El 20 de marzo de 2015, a eso de las 9 de la mañana, acontecía un eclipse de sol. En latitudes septentrionales de Europa podía divisarse un eclipse completo. En latitudes septentrionales de la península ibérica podía divisarse un eclipse casi pleno. En Finisterre (La Coruña), «donde los romanos creían que acababa la tierra, que acababa Europa», se esperaba algo más de un 70% de eclipse…
El 20 de marzo de 2015 a las 12 de la noche era la fecha y hora límite señalada por Harley Davidson para recibir candidaturas a su concurso ready to discover more 2015. Tal coincidencia me pareció mágica y decidí dejarme llevar por esa magia.
Así que me propuse hacer un viaje relámpago, con mi vieja pero aventurera Kawasaki GPZ 400, de Madrid a Finisterre, para regresar con un material filmado a la capital de España y hacer con él un video que sería mi candidatura para el concurso. Lo cierto es que la aventura fue maravillosa. Pero también es cierto que no llegué a tiempo para mandar mi candidatura al concurso antes de la hora límite. Aún así, algunas horas después, fuera ya de plazo, edité mi material de un viaje, que proponía como un regalo para Harley Davidson – por ofrecer un concurso tan extraordinario -, pero que en realidad se convirtió en un regalo para mi mismo.
En el km 303 de la carretera nacional Madrid-Coruña está La Bañeza, mi ciudad natal, escenario motociclista por excelencia del noroeste hispano. Ahí me detuve para saludar a mi padre, presidente del Moto Club del lugar durante más de 30 años. Le pedí que por la puerta de su taller – en el que guarda su Lube, su Iso y su Moto Guzzi restauradas de su propia mano – sacase para mí la Bultaco Mercurio que fue puesta a punto en su día por mi amigo, el genial hombre, piloto y excelente mecánico salmantino «Manolo Cachorro«, quien, por cierto en 1957 había ganado con una Montesa la carrera de motos del circuito urbano de esa «mi Bañeza querida».
La cámara on board pasó de la Kawasaki a la Bultaco, de una 400cc a una 155cc, de una montura fechada en 1990 a otra fechada en 1962, para circular por los lugares históricos del circuito urbano más legendario de España. Tomando material de archivo de la película documental EL GRAN PREMIO DE LA BAÑEZA (www.labanezagp.com), fusioné en el montaje las calles según se dejan ver en un cotidiano día con esas mismas calles según se lucen en días de carreras en su circuito urbano.
Llegué a Finisterre cuando sobre el cabo ya se cernía la noche y y el faro lanzaba ya sus destellos, en medio de la oscuridad, al cielo y al océano. Busqué un albergue en ‘Finisterre pueblo’ para dormir un rato antes de que las primeras luces del alba me anunciaran que había de ir a filmar el amanecer sobre la moto. Por la sinuosa carretera que comunica el pueblo con el cabo y su faro, encontré ese amanecer.
Después de desayunar un bocata de calamares en el puerto de lo que en gallego se conoce como Fisterra, escuchar el sonido del mar en playas de ensueño de a costa da morte y comer pulpo exquisito junto a la ría de Muros, tomé rumbo sureste. De camino al centro ibérico, en la ruta elegida decidí perderme por carreteras comarcales de las provincias de Orense y Zamora. Así, acabé en bellos rincones orensanos como el pueblo de Allariz, donde se rodó «La Lengua de las Mariposas». Y ya en tierras zamoranas busqué la raya de Portugal, pues el concurso de Harley quería un jinete que atravesase rayas entre confines europeos. Si la raya que alcancé es Europa, se sabrá sólo por el cartel de la Unión Europea que hay en ella. Porque dudo que ese punto de la geografía tenga muchas cosas en común con Bruselas. Una estrecha, bacheada y recóndita carretera entre pinares que dan cobijo a fauna lupina comunica la española comarca de Sanabria con el portugués distrito de Braganza. Un pueblo separado durante siglos por una línea política es hoy una realidad de fascinante fusión luso-hispana con nombre de Rihonor de Castilla y Río de Onor, según en que lado de la raya repiquen las jefas del campanario. Fue en Rio de Onor donde encontré ese punto de encuentro fundamental llamado bar, el cual una señora abrió para atender a un grupo de hombres, que fueron tan amables de invitarme a una delicia de café. Este modo de «llegar al corazón de los lugares a los que la moto me lleve» era también un guiño al concurso de Harley.
Ready to discover 2015 quería que sus candidatos lanzasen una propuesta de viaje. Y la mía hubiese sido llegar a Cabo Norte a lomos de una Harley en torno al solsticio de verano, igual que a lomos de una Kawasaki llegué a Cabo Finisterre en torno al previo equinoccio. Y de allí descender hacia la península balcánica, en uno de cuyos rincones viví hace algún tiempo, de manera que podría conversar con las gentes de allá en su propio idioma materno, lo cual bien es seguro, habría sido del gusto de dichas gentes.
Cuando la luna pasó entre los ojos del sol y los ojos de la tierra en el Norte de Europa, yo pasé sobre mi moto entre Madrid y Fisterra. Un viaje con sabor a mar, con sabor a aventura, con sabor a motociclismo, con sabor a cine, con sabor a vida.
Oscar Falagán.
05/12/2016 at 23:12
¡Lo que se ha perdido Harley Davidson! A ver si para la próxima, porque el vídeo está genial, un magnífico contenido.
Un abrazo.
28/12/2016 at 12:27
Muchas gracias y gran abrazo!!!!